Llueve desde hace días. Llueve
de manera obstinada, con ráfagas y quietudes, la lluvia ha alcanzado por estos
días categoría literaria, tiene un ritmo y una construcción pareja de pequeñas
gotas que sobre los techos de chapa suenan como consonantes, de ocasionales
piedras abiertas como vocales a los charcos y acequias. Llueve adverbialmente,
la de estos últimos días tal vez se proponga ser una lluvia con moraleja, con
diálogos de amantes que los pájaros almacenan en sus saturados nidos.
Llueve desde hace días.
De a poco, mi nostalgia del
sol va reemplazando el dolor por tu ausencia.
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