sábado, marzo 31, 2012

VULNERABLES


Desde que Anthony Perkins vestido de su madre acuchilló a su pensionista, el cine no se ha privado de escenas en las que darse una simple ducha puede ser lo último que hagas en tu vida. La sala de baño -y en especial la bañera, la cortina o mampara que la oculta y que evita mojar el piso con sangre, la ducha y toda la grifería conforman un habitáculo que, en pleno siglo XXI, sigue siendo escenariopropicio para matar o morir.
No ha sucedido lo mismo con las cabinas telefónicas, en extinción como escenas del crimen desde la irrupción de la telefonía celular.
Una y otra -bañera y cabina- tienen en común ser espacios cerrados y opresivos, en los que la vulnerabilidad de la víctima remite a la del niño en gestación, en su bolsa amniótica. 
Claro que ahí están para resguardar su vida las infatigables campañas antiabortistas de la iglesia católica, tan piadosa, que los prefiere nacidos y creciendo, aunque siempre indefensos, apetitosos para la lujuria de sus sacerdotes.
O para el trabajo infantil, cuando ya no alcanza con la reforma laboral, que alimenta la lujuria de las patronales.

martes, marzo 27, 2012

ABRÁZAME ASÍ...


Nada me hizo saber que te vería esa noche. Ningún presentimiento, ninguna vieja foto, ninguna charla con amigos comunes. Ni siquiera la nostalgia, esa empecinada visitante nocturna, llamó esta vez a mi puerta.
Estaba solo, ya sin esperarte. Ya desde hace tanto sin esperarte, solo.
Me habría gustado abrazarte, mirarte a los ojos, esperar la respuesta que nunca me diste, tener el tiempo juntos que entonces nos negamos.
No pudo ser.
"Es ella", le dije al policía. "Y sí", confesé: "fui yo".
Me llevaron sin siquiera interrogarme.
El juez tardó una semana en tomarme declaración. Estaba de vacaciones en México, "con la hija de la occisa" -me confió él mismo-: "Era una mujer muy rica. Y la piba, hija única. Gracias".
Nunca habían visto en un juzgado a un juez abrazarse con el reo.

martes, marzo 20, 2012

QUÉ SABE DOMÍNGUEZ


Qué sabe Domínguez. Aunque crea que sí, que sabe.
Porque le han dicho que. Y porque se lo han dicho estrictamente a él, pidiéndole absoluta reserva del caso, discreción, tumba.
Y ahí va, Domínguez, tan orondo. Tan sabiendo. Tan creyendo que los demás no saben lo que él, Domínguez, sabe.
Eso le da confianza, le confiere un aura que casi se nota con mirarlo de lejos.
Desde la esquina hacia la que se acerca Domínguez, por ejemplo, que es desde donde lo mira el tipo al que han contratado para decirle la verdad.
Porque la verdad, amigo, a veces se dice mirando a los ojos, de frente. Y otras, por contrato.
Es lo que le dice el tipo, mirándolo sin verlo.
Me contrataron para esto, dice.
Y se lo dice para que, ahora sí, sepa.

sábado, marzo 17, 2012

AMANECERES


Sábado.
Me acabo de levantar al alba, hoy llega una amiga de visita y el bondi en el que viaja llega endemoniadamente temprano.
Silencio absoluto, grillos y sapos ya acabaron su juerga nocturna, los pájaros todavía remolonean en sus nidos.
Canta un gallo, lejos. No es el gallo negro del fascismo ni el rojo de la República española, es el gallo cojo y ciego de un vecino, para el que amanece a cada rato, incluso a la caída del sol.
Como Borges, este gallo apuesta a ser el centro de un mundo especular, una vasta sucesión de imágenes que, siendo la misma, son el universo.

jueves, marzo 15, 2012

UNA LECTURA

Hay lectores y hay, como Alberto Díaz-Villaseñor, buceadores de textos, amigos del alma (humana)...


http://www.masquepalabras.info/2012/03/01/tripulantes-de-un-viejo-bolero-guillermo-orsi/

lunes, marzo 12, 2012

BATACLANAS


Un viejo amigo escritor me dice que no soporta las reuniones de escritores.
-Fobias de la tercera edad- le disparo.
No retruca. Me cuenta que no va a los encuentros literarios porque no se banca ir de figurita de reparto.
-Ahí coincidimos- le digo: -Hay entre nuestros colegas más vocación de bataclanas que propuestas renovadoras del oficio.
Ríe, el cerdo:
-"Bataclanas"...- dice: -tu vocabulario sí que es de la tercera edad.
En eso llega otro amigo y, enterado de los graves asuntos que estábamos tratando, nos invita a pararnos junto a él, uno a cada lado, y al compás desafinado de algo que se parezca a lo que sonaba en viejos teatros de revistas, bailamos los tres levantando las piernas como coristas del Folies Bergére.
Otra noche perdida para la literatura.

TEMORES DE LOS ZOMBIS


Quienes crean que los zombis viven en un mundo de pesadilla, se equivocan. Temen, eso sí, toparse en un callejón solitario y por la noche con los seres vivos.
¿Por qué el temor? Porque les recuerdan una vida de pesares, de sueños incumplidos, de promesas vacías.
El zombi, en cambio, sabe que la putrefacción de su carne, los colgajos que pasea como un mendigo sus harapos, son partes de un proceso que acabará en el derrumbe de su carcomido esqueleto, en su fragmentación a diente limpio por las mandíbulas de los perros y los niños hambrientos, la disgregación de las partes, el secado al sol y el devenir en polvo.
Partículas de una nada en la que los seres vivos –a los que por eso temen los zombis- se sueñan empecinada y religiosamente a sí mismos como partes de un todo.

domingo, marzo 04, 2012

DIABLO VIEJO


El tipo la iba de ángel caído, señor de las tinieblas y otras zarandajas alusivas a su ejercicio secular de la maldad. Tanta vanidad alimentaba con su leyenda que descuidó toda atención a los humildes actos de los humanos vivos, ahí nomás, en la superficie. Una mañana, temprano, en esas raras encrucijadas de la lucidez y el asombro en la que desembocan siglo por medio las no vidas legendarias, se dio por enterado de las hazañas humanas del siglo veinte y la primera década del veintiuno: genocidio turco a los armenios, primera y segunda guerras mundiales, franquismo en España, nazismo, estalinismo, kmer rouge, sangrientos golpes en África y América latina, guerra en Yugoeslavia, ataque aéreo a las "Twin Towers", invasiones a Afganistán, Irak, Libia...
Corrió a buscarse en los espejos donde, por tradición y algo de genética, no se reflejaba.
Y se vio.
"Me destronaron", dijo. 
Y acercando aún más su macilento rostro al cristal azogado:
"Puta, qué viejo estoy".