domingo, septiembre 11, 2011

MEJOR, LA MÚSICA


Y sospeché siempre que mejor la música. Con sus instrumentos, sus cuerdas y sus cadencias, con el dulce licor de sus armonías fluyendo de fuentes y de oasis al paso de beduinos de un trasiego existencial que no sólo sacian su sed sino que siguen andando en busca de otras melodías sobre las que hundir el rostro y beber.
Pero elegí escribir, o tuve ese traspié, ese pecado original, esa fundación errónea de uno mismo como la de Juan de Garay cuando creyó fundar a Buenos Aires.
Y se lo cargaron los indios antes de que pudiera imaginar que Buenos Aires sería esta Calcuta con descangayados bailarines de tango por monedas, esta París con niños garcas nazis, con piqueteros y buscavidas, con fuelles que soplan para nadie cuando ya la copa del día fue derramada y como cada noche la noche muestra sus dientes, su sonrisa de sufrida bestia en agonía.
Y apago la luz y mejor la música.

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