lunes, junio 06, 2011

CRISTALES


En algún momento de la larga noche te deslizaste de la cama, te vestiste sin encender la luz, sin un solo ruido y, en puntas de pie, saliste de mi vida para siempre.
Llovía, cuando desperté, muy temprano en la mañana. Me levanté despacio –mis articulaciones crujen, los días de humedad, como viejas puertas sobre sus goznes. Preparé mi desayuno y descubrí el mensaje cuando me senté a tomarlo.
Habías escrito “perdoname” sobre el cristal empañado del ventanal, con la esperanza de que yo durmiera hasta tarde, como de costumbre, y tu pedido de perdón se desdibujara hasta esfumarse en el calor del mediodía.

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