lunes, marzo 28, 2011

LA FERIA, VARGAS LLOSA, NOSOTROS

Mientras los escritores aceptemos ser productos a exhibir en una góndola según se vendan nuestros libros o el centimetraje que alcancemos en los medios, estamos fritos refritos. Mientras aceptemos que la tecnología es el dios al que ofrendar nuestro sacrificio, que nada nos importa cómo traten o destraten al de enfrente, estamos cocidos recocidos.

El problema, por lo menos en Argentina, no es la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires a cargo de Vargas Llosa. El problema es que la mayoría de nosotros no sólo no ha sido invitado jamás a dicha feria sino que, si se nos ocurre ir a espiar, tenemos que pagar religiosas entradas para luego no encontrar nuestros libros exhibidos donde deberían estar, ni ocultos donde sospechamos que podrían ocultarse.

Propongo entonces que, volviendo a las andadas que nos reportaban buena dosis de adrenalina y mejor lectura cuando sólo éramos lectores, vayamos a la feria a afanar libros. Muchos libros y de muchos autores buenos y malos, bestsellers y malditos, chapucerías editoriales e incunables. Hagamos fracasar la puta feria y que la desdichada presencia de Vargas Llosa sirva de escarmiento a una burocracia de la que ríase el viejo estalinismo.

Ni Carta Abierta ni Sobrecerrado: afano de libros al por mayor, tipo saqueo de supermercados cuando la hiperinflación de 1989 o el corralito de 2001.

Vayamos presos, si es necesario, para recuperar la libertad de escribir y ser leídos.

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