lunes, marzo 07, 2011

AQUELLOS MALOS VIEJOS TIEMPOS

Aunque no me sorprende, me decepciona y entristece que no se dé a la democracia su valor. Se la identifica con políticos corruptos, con dirigentes que gobiernan, en muchos casos, dando la espalda a sus convicciones y a las necesidades populares. Comparto la mayoría de las críticas y también apoyo medidas puntuales, rumbos que, aún zigzagueando, se orientan a satisfacer necesidades básicas de los sectores más postergados o convalidan un futuro de presumible mayor bienestar, de nuevos y estimulantes desafíos.

No comparto en absoluto la relativización que de la palabra democracia escucho y leo en muchos comentarios. Tal vez porque, ya desde mi adolescencia, fui testigo y víctima del pisoteo a un sistema que, más allá de los discursos, nunca fue confiable para los poderosos.

Golpes militares a repetición, gobiernos civiles condicionados por el poder económico concentrado y chantajeados hasta traicionar sus mandatos o caer vencidos, y de nuevo los golpes, los aventureros del poder, los victoriosos explotadores del trabajo humano.

Sólo en democracia es posible discutir alternativas, impulsarlas políticamente, avanzar hacia una organización social más justa.

Sin democracia, sin políticos de toda condición, sin representantes y representados, sin el poder de renovación que implica someterse a un sistema que tanto costó defender cuando fue atacado por el fascismo, el mundo sería para muchos de nosotros un lugar aún menos habitable, con mayor violencia y abusos de los que padecemos a diario, sin libertades básicas ni chance alguna de intentar construir una convivencia civilizada.

2 comentarios:

  1. La característica más importante de una democracia es que el poder esté apoyado en todos sus componentes. Así las decisiones deberían tomarse con el consentimiento de la mayoría.
    ¿Crees que las decisiones que se toman en los países democráticos se apoyan en el consentimiento del pueblo? Creo que no.
    Sé que son peores las dictaduras. Sí, lo sé. Pero peor es el engaño de un sistema que se ha disfrazado de democracia para engañarnos día a día.

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