lunes, febrero 14, 2011

CEREMONIAS

Escena de "Persona", de un sueco que no era Mankel ni Larsson


El maniqueísmo gana siempre la partida. La complejidad del mundo, la extravagancia de una condición humana anfibológica y en decadencia desde que asomara el primer primate con pretensiones de trascendencia, son intolerables, excusas para dormirse en clase, cambiar de tema, contar chistes, fumar donde se pueda, decir que se va a hacer pis y escurrirse por los fondos.

No voy al cine. La sala más cercana está a cien kilómetros del pueblo en el que vivo. Los que viven cerca dicen que no van porque lo ven por la tele o por Internet.

No voy ni van, es lo que cuenta, cada cual con sus motivos. Y el cine languidece, los yanquis son los únicos que sostienen la industria. Ah, y los hindúes (indios, para algunos –los de la India).

A los que no van al cine porque está cerca pero prefieren la tele o internet, les recomiendo leer “Linterna mágica”, de Ingmar Bergman.

A los que no compran libros de papel les recomiendo leer “Rayuela”, de Julio Córtázar.

Ceremonias, ambas, de la oscuridad y el resplandor.

Imposible acceder a ellas con un clic.

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