miércoles, enero 12, 2011

LA VIDA EN MEDIA HORA

Había hecho una cita con ella.

La alegría del reencuentro merece algo más que un café –escribió en el facebook: ¿Qué te parece cenar en …? Y soltó el nombre de un restaurante de moda. Dale, dijo ella, aunque te va a salir carísimo, pagamos a medias. ¿Tengo cara de pobre?, bromeó él.

Estás tan guapo –había escrito ella al ver la foto de su perfil. Y él: siempre tan hermosa.

Llegó al lugar, en Puerto Madero, dio unas vueltas con el auto, el restaurante estaba completo pero él había tenido la precaución de reservar mesa. Era temprano, entró y le preguntó al maitre. Es aquella mesa –le señaló una, junto a un ventanal desde el que se veía un barco carguero y un crucero turístico. ¿Le sirvo algo?

Espero afuera –dijo él, mostrándole el atado de cigarrillos.

Al cuarto cigarrillo subió al auto y se fue. La cita era a las diez y ya eran las y media. Encendió la radio mientras se alejaba de Puerto Madero.

“La vida en media hora”, dijo el locutor dando por terminado el programa de boleros, foxtrots y apergaminados tangos de la guardia vieja.

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