sábado, noviembre 13, 2010

SOLEDADES

Nunca vendrás, lo sé. Si llegas, algún día, no te reconoceré. Ni tú a mí. La mujer que ahora veo, sentada en la estación, esperando el tren, es aquella que un día partió para no volver. Me acerco a ella y le pregunto por ti. No te conoce. Así son las partidas de los solitarios: el adiós es el mismo aunque sean otros los que se van.

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